4. Impacto social: actividades de interés general y beneficiarios

4.1. Áreas de actividad

El Cuadro 5 y el Gráfico 4 ofrecen la distribución por grandes áreas de actividad de las FAE españolas de acuerdo con la Interna- tional Classification of Nonprofit Organizations (ICNPO). Como pue- de apreciarse en dicho gráfico, a lo largo del periodo considerado, un promedio del 38,89 por ciento de las fundaciones se dedicaron principalmente a actividades de cultura y recreo, reduciéndose el porcentaje en 1,68 puntos porcentuales entre los años 2008 a 2019. En términos promedios durante el período objeto de estu- dio, un 21,57 por ciento de las fundaciones centra su actividad en la educación y la investigación (porcentaje que a diferencia del caso anterior aumenta ligeramente con vaivenes en los años con- siderados); un 10,23 por ciento al medio ambiente y un 8,92 por ciento a los servicios sociales. Otros sectores representativos son el desarrollo y la vivienda (con una importancia relativa media del 7,27 por ciento), la sanidad (aumentando paulatinamente su pon- deración sobre el total desde el 4,71 por ciento inicial hasta situar- se en el 5,44 por ciento en 2019, con un valor promedio del 5,10 por ciento) y las actividades internacionales (que registran altibajos durante estos años y suponen el 4,61 por ciento del total), siendo el asesoramiento (con una participación promedio del 0,10 por ciento) y la religión (0,96 por ciento), las que presentan un menor porcentaje sobre el total de fundaciones10.

En definitiva, comparando los extremos del período considerado 2008-2019 han perdido peso relativo las actividades de:

◗ Cultura y recreo (-1,68 puntos porcentuales),
◗ Actividades internacionales (-0,12 puntos porcentuales),
◗ Servicios sociales (-0,12 puntos porcentuales), y
◗ Asesoramiento (-0,04 puntos porcentuales).

Mientras que han ganado peso relativo las actividades de:

◗ Sanidad (+0,73 puntos porcentuales),
◗ Desarrollo y vivienda (+0,43 puntos porcentuales),
◗ Educación e investigación (+0,40 puntos porcentuales),
◗ Medio ambiente (+0,17 puntos porcentuales),
◗ Religión (+0,15 puntos porcentuales), y
◗ Actividades empresariales (+0,07 puntos porcentuales).

10Sería interesante realizar un estudio de cómo el sector lleva a cabo su actividad.

4.2. Ámbito geográfico de actuación

Las fundaciones españolas activas efectivas han venido realizando su actividad en mayor medida en el ámbito autonómico, pasando del 34,55 por ciento en 2008 al 38,67 por ciento en 2019.

Durante el periodo considerado, las fundaciones españolas activas efectivas han venido realizando su actividad en mayor medida en el ámbito autonómico, pasando del 34,55 por ciento en 2008 al 38,67 por ciento en 2019, tras haber alcanzado el 39,03 por ciento en 2014, situándose su peso relativo medio durante el período analizado en el 37,68 por ciento (Cuadro 6 y Gráfico 5). Le sigue en importancia porcentual las fundaciones que han desarrollado su actividad a nivel estatal (con un valor promedio del 24,21 por ciento, aumentando su participación en el total desde el 22,13 al 26,60 por ciento), mientras que han mantenido su participación las fundaciones de nivel provincial-comarcal y se han reducido de forma importante las de nivel local que han pasado a ser del 23,31 por ciento en 2008 al 16,78 por ciento en 2019, como consecuencia del proceso de reducción de competencias de las administraciones locales, su traspaso al ámbito provincial y los recortes financieros sufridos por los ayuntamientos derivados de la pérdida de recursos por la explosión de la burbuja inmobiliaria que ha reducido de forma dramática los impuestos sobre la propiedad inmobiliaria y los mayores requerimientos legales sobre estabilidad presupuestaria en el ámbito local11.

11Sería interesante realizar un análisis detallado de las fuentes de financiación de las funciones según el área de actuación preferente, con especial énfasis en las corporaciones locales.

4.3. Beneficiarios

La dimensión agregada de los beneficiarios de las las fundaciones españolas ha de ser matizada por la gran diversidad del sector.

Las FAE desempeñan un papel cada vez más relevante en la sociedad española, dado que pueden atender las necesidades de deter- minados colectivos de una forma, en no pocas ocasiones, más cercana y eficiente que el SP. Unas veces, las fundaciones hacen frente a esas necesidades sociales de forma complementaria, otras de forma distinta, y, en ocasiones, de forma única e insustituible. Esto supone un aspecto importante de la actividad fundacional (el ahorro que conlleva para el SP al no tener que atender, o hacerlo sólo parcialmente, nuevas necesidades sociales) que se suma a su aportación al interés general y al bien común de nuestra sociedad en actividades no atendidas ni por el sector público ni por el sector privado al tratar de maximizar la utilidad social y no el beneficio económico de su agentes interesados (stakeholders).

El número de beneficiarios finales y directos de la actividad de interés general de las fundaciones es uno de los indicadores clave del impacto social del sector, hasta el punto de ser exigido por ley la publicación del número de beneficiarios de sus actuaciones en la correspondiente memoria anual, constituyendo un indicador clave para evaluar la evolución y mejora continua de sus actividades12. La correcta cuantificación de dicho número es una tarea ardua y complicada, por lo que sólo podemos ofrecer estimaciones.

Como se aprecia en el Cuadro 7, la dimensión agregada de beneficiarios directos netos estimados de las fundaciones españolas ha ido aumentando en los años considerados hasta alcanzar un máximo de 43,71 millones de beneficiarios en 2019. Entre 2008- 2019, se ha multiplicado por 2,45 el número de beneficiarios, lo que nos indica el relevante papel del sector fundacional a la hora de hacer frente al conjunto de necesidades sociales y económicas derivadas de la doble recesión de experimentada en España en los años 2008 y 2009 y la posterior expansión hasta 2019 lastrada por una austeridad presupuestaria que ha generado nuevas y mayores necesidades sociales tanto en términos cuantitativos como cualitativos.

En el Cuadro 8 se ofrece un desglose del número de beneficiarios por tramos, donde se aprecia que, durante los tres primeros años del período objeto de estudio, el mayor porcentaje de fundaciones realizaban actividades de las que se beneficiaban colectivos pequeños, comprendidos entre 101 y 1.000 personas (situándose su valor promedio en el 34,39 por ciento), pero su peso relativo ha ido cayendo hasta el 27,47 por ciento en 2019, cediendo el primer puesto al estrato que corresponde a más de 10.000 personas (con un peso medio del 29,26 por ciento durante el periodo temporal examinado y representando el 34,37 por ciento del total en el año 2019), seguido del tramo que atendía entre 1001 y 10.000 beneficiarios (con una importancia relativa media del 29,34 por ciento). Así pues, nuestras estimaciones sugieren una transición desde fundaciones finalistas con un número reducido de beneficiarios hacia fundaciones generalistas con un amplio número de beneficiarios, lo que se confirma claramente con los datos correspondientes a los años 2017 a 2019, en los que se observa que el porcentaje de fundaciones que atienden a más de 1.000 beneficiarios suponen más del 65 por ciento de las FAE y aquellas que atienden a más de 10.000 beneficiarios representan más del 34 por ciento13

La dimensión agregada de los beneficiarios de las fundaciones españolas ha de ser matizada por la importante diversidad del sector que hace que, bajo dicho indicador, se subsuman categorías heterogéneas:

◗ Usuarios de actividades, programas o servicios de la fundación. Se incluyen desde visitantes a exposiciones (número total de visitantes a exposiciones organizadas por grandes fundaciones culturales españolas a lo largo del año) o usuarios de bibliotecas, hasta participantes en actividades formativas (conferencias, cursos, etc., tanto presenciales como online) pasando por ingresados hospitalarios. Se trata de recuentos en general no nominativos y, por tanto, puede suceder que cada visita o uso reiterado por un mismo usuario se contabilice como un beneficiario.
◗ Receptores de ayudas monetarias o en especie de fundaciones. Se trata de recuentos, en general, nominativos, lo cual re- duce necesariamente el número de beneficiarios reportado por fundaciones dedicadas a conceder becas o ayudas de investigación, por ejemplo.

En definitiva, no sólo son heterogéneos dentro del sector el sistema de recuento y el tipo de producto de interés general entrega- do a la sociedad sino también la naturaleza de la condición del beneficiario. Puede ilustrarse con dos ejemplos extremos: los beneficiarios de una fundación dedicada a la mejora del medioambiente que, en principio, pueden ser todos los habitantes del área de influencia de sus programas, en relación con los de una fundación tutelar o los de una fundación dedicada a la inserción laboral de personas con discapacidad, cuya condición de beneficiario tiene un impacto decisivo sobre su calidad o modo de vida14.

En todo caso, la situación de crisis económica por la que ha transitado España durante los primeros años del período de referencia y la débil expansión que la siguió marcada por una estricta política de rigor presupuestario ha dado lugar a un intenso aumento tanto del número como del abanico de beneficiarios, incrementando su participación relativa aquellas fundaciones que dan cobertura a grandes colectivos de ciudadanos en servicios educativos, de exclusión social, sanitarios y de cooperación.

Si consideramos la información por CCAA (Cuadro 9), comprobamos que Cataluña es la comunidad que mayor número de beneficiarios netos presenta, con un valor promedio de 12,78 millones de personas, llegando a alcanzar los 16,3 millones de beneficiarios en 2019, más que duplicando la cobertura de la segunda en orden de importancia, debido, sobre todo, a la estructura de servicios sociosanitarios que provee el sector fundacional catalán15. Madrid se sitúa en segundo lugar, con un valor medio de 5,78 millones de beneficiarios durante los años 2008 a 2019 y 7,68 millones en el último año examinado. Estas dos comunidades autónomas han dado cobertura a un promedio del 55,92 por ciento del total de beneficiarios del sector fundacional en España. En términos absolutos, las CCAA con menos beneficiarios son La Rioja, Extremadura y Murcia, aunque lógicamente este dato debe ser matizado por la población efectiva de cada Comunidad Autónoma.

Con estos datos, hemos construido el Cuadro 10 y el Gráfico 6, que pretenden determinar el número de beneficiarios en términos relativos dividiendo el número de beneficiarios entre la población censada en cada Comunidad, obteniéndose así un índice de cobertura de servicios del sector fundacional por CCAA en términos homogéneos. En este sentido, no debe extrañarnos que de- terminadas CCAA presenten unos beneficiarios netos superiores a su población de derecho (caso de Cataluña), ya que es muy habitual que determinados servicios ofrecidos por fundaciones de ámbito nacional radicadas en una comunidad autónoma específica puedan ser prestados fuera de su ámbito territorial, por lo que pueden beneficiar a ciudadanos de otras Comunidades, generándose un efecto frontera que supera los límites estrictamente regionales16. Un ejemplo característico es el caso de las fundaciones sanitarias o de megafundaciones, como la Fundación “la Caixa”, que, radicadas en una comunidad autónoma, dan cobertura a ciudadanos de toda España.

Aunque la esencia del sector no lucrativo es la prestación de servicios y bienes de interés general, la cooperación entre el Estado y la sociedad depende de la visión que el gobierno tenga en relación con la financiación y gestión de las prestaciones sociales.

Como acabamos de comentar, Cataluña genera una cobertura de servicios con un sector fundacional superior a su población (con un valor promedio de 1,68 durante el periodo 2008-2019) y prácticamente dobla en este indicador a la segunda comunidad en orden de importancia, Navarra (que presenta un índice medio del 0,94). En ambos casos, estos elevados registros se deben a la existencia de un tejido de potentes fundaciones (en particular en el ámbito sanitario) de marcada vocación nacional e internacional y que extiende sus prestaciones por todo el territorio nacional. El País Vasco (con una media de 0,93) y Madrid (con 0,90), siguen a Navarra en esta clasificación. Es conveniente destacar, en sentido contrario, la escasa cobertura de servicios por parte del sector fundacional en Extrema- dura, Castilla-La Mancha, Andalucía y Murcia.

Cabe destacar por último que estos datos también reflejan el papel que el gobierno de cada Comunidad Autónoma asigna a la colaboración público-privada. Aunque la esencia del sector no lucrativo es la prestación de servicios y bienes de interés general, la cooperación entre el Estado y la sociedad depende de la visión más jacobina o más liberal, en sentido anglosajón, que el gobierno tenga en relación con la financiación y gestión de las prestaciones sociales.

En lo referente al tipo de beneficiario, del Cuadro 11 se desprende que en el año 2019, el porcentaje de FAE que tenían a personas físicas como principales beneficiarios se situó en el 73,93 por ciento. Dentro de esta categoría, el colectivo más importante era el de público en general (con una participación en el total de personas físicas beneficiadas del 21,80 por ciento), seguido del de las personas en situación de exclusión social (el 18,03 por ciento), estudian- tes (14,52 por ciento) y los afectados por enfermedades (el 10,19 por ciento). Durante ese mismo año, un 26,10 por ciento de las fundaciones realizaban actividades que beneficiaban a personas jurídicas, destacando, dentro de este grupo, otras entidades no lucrativas (por ejemplo, las fundaciones dedicadas a la lucha contra enfermedades que prestan servicios a los miembros de asociaciones de afectados por diferentes patologías), con un 32,53 por ciento, seguidas de las empresas (por ejemplo, fundaciones laborales o fundaciones dedicadas a la transferencia de tecnología), que suponían el 30,52 por ciento de las personas jurídicas atendidas , y las entidades públicas (por ejemplo, fundaciones de investigación de hospitales públicos o fundaciones universitarias públicas) con el 15,97 por ciento.

Si consideramos la serie temporal en su conjunto, se desprende que, a lo largo del periodo considerado, una media del 73,67 por ciento de las FAE tenía a personas físicas como principales beneficiarios. Dentro de esta categoría, el colectivo más importante ha sido el público en general (que representa en términos medios del período el 18,54 por ciento de las personas físicas beneficiadas), seguido de las personas en situación de exclusión social (el 16,88 por ciento) y los estudiantes (con el 16,43 por ciento). Comparan- do los datos del año inicial y final, se constata que las categorías que más incrementan su participación relativa son el público en general (+9,85 puntos porcentuales) y los colectivos en riesgo de exclusión (+2,93 puntos), lo que corrobora la tendencia detectada en anteriores informes del papel crucial desempeñado por las fundaciones a la hora de cubrir necesidades derivadas de sustentos básicos y de exclusión social de los ciudadanos. Por su parte, las caídas más importantes en el peso relativo durante el periodo examinado se registran en los colectivos de estudiantes (-4,74 puntos porcentuales) y personas adictas a diferentes tipos de drogas (-4,13 puntos).

En el periodo 2008-2019, el valor medio de las fundaciones que realizaban actividades que beneficiaban a personas jurídicas se situó en el 26,33 por ciento, destacando dentro de este grupo las empresas (con un peso promedio del 32,62 por ciento) y otras entidades no lucrativas (que suponían el 29,30 por ciento) y las entidades públicas (16,31 por ciento). Al comparar los datos inicial y final de la serie, se observa que la categoría de otras entidades no lucrativas es la que más incrementa su participación relativa en el total (+8,75 puntos porcentuales), mientras que los descensos más significativos se registran en las empresas y otras entidades privadas (-4,86 puntos porcentuales) y en otras entidades privadas (-2,28 puntos).

12Debe tenerse en cuenta que no siempre el mayor número de beneficiarios es un indicador de éxito, ya que existen actividades como la atención sanitaria o carcelaria donde no se da esta relación En este sentido sería interesante el diseño y estimación de un indicador que incorpore estos aspectos así como la calidad de la prestación (no sólo su cantidad), de cara a ofrecer una visión mucho más rica del sector que influya sobre su percepción general en la sociedad en su conjunto y en los potenciales donantes en particular, lo que repercutiría favorablemente sobre la capacidad de financiación de las fundaciones.

13Sería interesante estimar el impacto en términos de beneficiarios por euro invertido tanto del sector en su conjunto como de sus subsectores de actividad.

14Sería interesante realizar una cuantificación pormenorizada del efecto diferenciado en los beneficiarios según el tipo de prestación recibida.

15Sería interesante llevar a cabo análisis del “efecto capitalidad” en la elección de la sede de las fundaciones, con especial énfasis en el caso de Madrid, pero también en las capitales de las CCAA como en Barcelona, Sevilla o Bilbao.

16Sería interesante realizar una evaluación de la relevancia de las fundaciones hospitalarias en el sector fundacional, con especial énfasis en los casos de Madrid, Cataluña y Navarra.

4.4. Presencia en Internet y en las redes sociales

En un mundo globalizado e interconectado, cada vez tienen más importancia las páginas web y la presencia en las redes sociales, pues no sólo es necesario desarrollar las actividades propias de las fundaciones sino, también, que dichas actividades sean comunicadas y percibidas por la sociedad en su conjunto, al tiempo que resulta enriquecedor el contar tanto con los comentarios y sugerencias de beneficiarios y público en general como de sus reacciones y respuestas ante las diferentes propuestas e iniciativas, pues esta información es crucial para atender adecuadamente las necesidades de sus beneficiarios y para un uso eficiente de sus recursos.

Como se observa en el Gráfico 7, en el año 2008 el 32,95 por ciento de las FAE españolas disponían de página web propia, incrementándose ese porcentaje a lo largo del periodo considerado hasta llegar a un 39,83 por ciento en 2019, situándose su valor promedio en el 27,64. Asimismo, nos encontramos con una incipiente presencia en redes sociales de las FAE ya que, si bien en el año 2008, sólo el 4,45 por ciento del total participaban en ellas, el porcentaje ha ido aumentando hasta alcanzar el 9,99 por ciento en 2019. El esfuerzo en este sentido resulta importante ya que se ha más que duplicado la presencia en redes sociales y se ha aumentado en 5,54 puntos porcentuales la disposición de páginas web, si bien es cierto que se partía de situaciones muy limitadas. Si las fundaciones, como señala Petitbó (2015), han de ser una plata- forma de conectividad y la presencia del sector en las redes debe ser relevante, queda aún mucho camino por recorrer para que las FAE utilicen las redes sociales como herramientas de consolidación de su imagen, de difusión de sus objetivos y de captación de donantes y voluntarios, entre otras. Es por ello que sería necesario formar a los gestores de las fundaciones en el diseño, gestión y desarrollo de las nuevas herramientas de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) para incrementar de forma significativa su presencia en el mundo digital en los próximos años17.

17Sería interesante realizar análisis pormenorizado del uso de las TICs por parte de las fundaciones españolas, en relación tanto a la creación de una comunidad virtual de referencia para sus relaciones sociales como para el desempeño general de su actividad, con especial referencia a la digitalización de la misma, dada la relevancia creciente de estas herramientas y tecnologías para el logro de los fines de interés general para los que fueron constituidas las fundaciones y el alto impacto y valor que brindan a las comunidades a las que sirven.

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