Estudio

Este cuarto informe de la Asociación Española de Fundaciones analiza las características y atributos del sector fundacional en España durante el período 2008-2019, así como su impacto social, laboral y económico. En 2019 cuenta con 14.729 fundaciones activas registradas, de las cuales 9.218 son fundaciones activas efectivas, es decir, con actividad regular. Dentro de este último grupo el 63,3 por ciento son fundaciones que tienen alguna persona con- tratada, es decir, 5.840 fundaciones.

El sector fundacional es un sector joven en cuanto a su creación. Casi la mitad de las fundaciones (48 por ciento) se ha constituido entre 2003 y 2019. Madrid y Cataluña suman prácticamente la mitad de todas las fundaciones activas efectivas de España. Desde el punto de vista de su constitución, en 2019 el 73 por ciento de las fundaciones han sido creadas por personas físicas y el 27 por ciento por personas jurídicas sobre todo asociaciones y empresas.

En las fundaciones españolas predomina el pequeño tamaño, según el indicador de su dotación inicial. Así, el 22,6 por ciento tienen una dotación inferior a 30.000 euros y entre 30.000 y 500.000 euros se encuentra el 40,6 por ciento. A pesar de ello, el tamaño de las fundaciones está aumentando y con ello la mejora de su capacidad.

Las fundaciones intervienen en diferentes áreas de actividad, como son la cultura y el ocio (38,9 por ciento), la educación e investigación (21,7 por ciento), el medio ambiente (10,3 por ciento), los servicios sociales (9 por ciento), el desarrollo y la vivienda (7,3 por ciento), la sanidad (5,4 por ciento) y las actividades internacionales (4,4 por ciento).

El crecimiento de la demanda y las necesidades sociales ha supuesto que la actividad fundacional se haya multiplicado por 2,4 veces pasando de una cobertura de 17,8 millones en el año 2008 a 43,7 millones en el año 2019. El impacto social de la crisis económica de 2008 y nuevas demandas de calidad de vida (cultura y medio ambiente en particular) explican este incremento espectacular de la actividad fundacional. En 2019 el 65 por ciento de las fundaciones da respuesta a las demandas de más de 1000 personas y el 55 por ciento de los beneficiarios residen en Cataluña (16,3 millones) y Madrid (7,7 millones). La gran mayoría de los beneficiarios son personas físicas, una media del 73,6 por ciento a lo largo de la serie temporal analizada, dentro de las cuales hay que destacar personas en situación de exclusión social.

Para afrontar esta creciente demanda, el sector fundacional ha tenido que crecer en recursos humanos. Si en 2008 había 373.522 personas comprometidas con el sector en calidad de patronos, voluntarios y empleados directos e indirectos, en 2019 este colectivo se ha incrementado hasta alcanzar un monto total de 487.586, es decir, 114.064 personas más. De esta cifra, casi la mitad es empleo directo, siendo su participación media en el total del 48,6 por ciento y su tasa de crecimiento del 41 por ciento entre 2008 y 2019, registrando un claro contraste con lo ocurrido para el conjunto de la economía española, que reduce un 2,4 por ciento su empleo durante el mismo período de tiempo. A pesar de este crecimiento, hay que destacar que el 36 por ciento de las fundaciones no tiene ninguna persona empleada. Predomina el pequeño tamaño en términos de plantilla contratada. Solo el 28 por ciento de las FAE tiene más de 20 personas contratadas. El personal no remunerado, patronas, patronos y personas voluntarias, suman el 44 por ciento de todos los recursos humanos del sector. En 2019 el voluntariado es casi el 27 por ciento de todos los recursos humanos de las fundaciones, en el que algo más de la mitad son mujeres.

A lo largo de los doce años analizados la dotación media de todo el sector fundacional ha sido de 7.742 millones de euros, con un incremento de 1.365 millones entre 2008 y 2019, en torno al 20 por ciento. En lo que se refiere a los activos, su promedio es de 21.772 millones de euros. Las fundaciones con ingresos anuales superiores a los 150 mil euros son el 64,7 por ciento. Durante todo el período y en todos y cada uno de los años de la serie, los gastos de las fundaciones han sido superiores a los ingresos. Este desequilibrio, explicable en parte por la creciente demanda social, ha sido posible a costa de la utilización de las reservas y de los activos. El crecimiento de los activos a partir de 2014 supone que se han incrementado las plusvalías del patrimonio fundacional. En 2019 el valor añadido bruto del sector fundacional español es de 3.725 millones de euros y el excedente bruto de explotación 433 millones de euros. La principal fuente de ingresos es la de origen privado (74 por ciento) seguida de los ingresos del sector público (16 por ciento) y los de origen propio (10 por ciento).

En suma, el sector fundacional de España aporta valor social —contribución creciente a la satisfacción de necesidades de muy diversos colectivos sociales, al mismo tiempo que canaliza el capital social del voluntariado—, empleo —creación de puestos de trabajo con un elevado nivel de cualificación y capacidad de ajustarse a las crisis, y valor económico— como subsector de la economía no lucrativa y economía social de mercado relativamente equilibrado que camina por una senda anticíclica para paliar y moderar parcial y selectivamente los fallos de otras esferas de bienestar como son el sistema de mercado y el sector público.

La triple crisis sanitaria, económica y social generada por la Covid-19 en marzo de 2020 supone una oportunidad y un reto para su desarrollo futuro. Inevitablemente la nueva crisis supone un acelerador de la intervención contracíclica del Tercer Sector, y dentro de este del sector fundacional, para dar satisfacción a necesidades nuevas, además de otras que se arrastraban de la crisis anterior. Lo que exige cambios organizativos, tecnológicos y económicos a los que inevitablemente tienen que responder las fundaciones.

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